Defensa de la Filosofía
Hola amigos Darianos.
Escribí este artículo en homenaje a Nieves, mi querida vieja de filosofía. En los últimos días de colegio (sept oct y nov del año 73) solo concurría a clases por asistir a clase de artes y filosofía.
Julio Bravo
El Mineduc “dará filo a la Sofía”.
Amor a la sabiduría, es el significado de la palabra filosofía de origen griego. La promoción de este amor por el saber, debería ser lo mínimo esperable y deseable de cualquier sistema educacional que aspire a lo superior, a lo excelso, a una verdadera educación de “calidad”. Pues bien, una surrealista propuesta ha hecho el Mineduc digna del más delirante seguidor del arte de lo insólito, lo absurdo y lo descabellado. Se trata de eliminar la enseñanza de la filosofía del plan común de enseñanza media en los colegios. No faltaba otra cosa para enterrar de una vez la esperanza de que nuestros niños y jóvenes tuvieran un mínimo de espacio en que los profesores de filosofía – luchando contra todo un sistema de vida de educación exitista y vacua- intentan despertar la conciencia crítica, el uso de la razón para explicar y responder a las preguntas fundamentales del ser humano ante la vida y la muerte. La filosofía nos enseña – entre muchas otras cosas- que existe algo que es el ser, la ética o la estética.
Sin el ramo de filosofía nuestro jóvenes no sabrán que hubo alguna vez un señor de nacionalidad griega llamado Sócrates, que prefirió morir envenenado, antes de claudicar a su afán por conocer la verdad en todo orden de cosas, afirmando que no pude haber nada más importante en la vida que la búsqueda de la verdad. Tampoco sabrán que Platón no es un plato grande, sino que el más importante discípulo de Sócrates que nos legó escritos que han sido pilares para nuestra cultura. Se privarían de saber que hubo otro señor llamado Diógenes que renunció a todas las riquezas que le ofreció su rey por seguir su vida de total austeridad dedicada a la reflexión y solo aceptando de el que se mueva un poco para que no lo prive de los rayos del sol. No conocerán frases como “buscamos la felicidad pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa sabiendo que tienen una” o “ la ignorancia afirma o niega rotundamente, la ciencia duda” ( Voltaire) Por cierto no solo la ciencia duda, sino que es de la esencia misma de la filosofía cuestionar, desconstruir para volver una y mil veces a construir nuevos paradigmas en permanente revisión por las mentes pensantes y reflexivas que deben ser estimuladas en los niños y jóvenes de nuestro país.
¿Quién enseñará que “que los errores pasan y que solo la verdad permanece” como afirmaba Diderot, o que Flew defiende el derecho a cambiar de opinión sobre un tema esencial en cualquier momento- sin tener que vivir atrapado toda la vida por dogmas de fe de cualquier índole?
El filósofo Bertrand Russel, representó en su época el ícono del hombre universal a quién todas las áreas del saber lo motivaban, explorando en todas las áreas de la cultura demostrando que ningún saber debería ser ajeno al ser humano. En nuestra opinión, uno de roles fundamentales de la enseñanza filosófica en los colegios, es la búsqueda de la universalidad en el saber, otorgando sentido a todos los saberes particulares. (Lenguaje, matemáticas, artes, idiomas, deportes, ciencias etc.)
El Mineduc precisa que la asignatura no desaparecerá del todo, ya que quedaría bajo el nombre de “educación ciudadana” o como ramo electivo. Como sea, se disminuye el espacio para que desde el colegio repensemos el mundo para que el carro de la cultura y la historia no se estanque más de lo que ya está. Solo una prueba de la falta básica de un pensar filosófico en nuestra sociedad, lo podemos apreciar en el altísimo porcentaje de personas supersticiosas que creen en cualquier superchería poniendo su fe y todas sus fichas en el horóscopo, en los oráculos de toda clase, en fetiches de los más diversos tipos que supuestamente les darán buena suerte o nos protegerán de todos los males del mundo.
No enseñar o minimizar la enseñanza de la filosofía, solo favorece al actual estado de cosas que nos sume en el más demencial consumismo visto antes en Chile, en que tener ideales o proyectos utópicos es cosa de extraños, o excéntricos románticos, afianzando un sistema de vida que no le da felicidad ni siquiera a los que ostentan el poder económico o político. Esto es como la patológica dependencia entre el esclavista y el esclavo que describió tan bien Samuel Beckett en su obra “Esperando a Godot”.
Una educación sin amor por la sabiduría, es cualquier cosa, menos educación.